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martes, 14 de febrero de 2017

¿Cómo nos afectan los inmunosupresores tras un trasplante?

Sin ellos no sería posible la supervivencia del órgano. Son los medicamentos inmunosupresores, luchan contra el rechazo de trasplante

Si estás esperando un trasplante o te acaban de trasplantar, seguramente tienes un montón de dudas sobre los medicamentos inmunosupresores. Sabes que su función es la de evitar que el cuerpo rechace el nuevo órgano y que tendrás que tomarlos durante toda la vida, pero, ¿crees que conoces cómo funciona cada fármaco en profundidad?
¿Sabías que los medicamentos inmunosupresores también actúan en caso de rechazo, tratando de frenarlo? Su función es la de bloquear las defensas naturales del organismo (mayoritariamente la defensa de los linfocitos T, los glóbulos blancos que se encargan de la respuesta inmunitaria).
Para que te hagas una idea un poco más concreta de cómo funcionan estos fármacos, nosotros vamos a explicarte qué grupos existen, sus mecanismos de acción, cómo se toman y, por supuesto, cómo se controlan los efectos secundarios.
¿Qué tipos de fármacos existen?
Glucocorticoides. Disminuyen la respuesta inflamatoria a través de macrófagos y linfocitos. Aunque durante muchos años se han utilizado con mucha frecuencia, lo cierto es que tienen muchos efectos secundarios: pueden provocar diabetes, retención de líquidos, hipertensión, dificultad de cicatrización, aumento de infecciones, etc. Por esto mismo, en la actualidad se usan ajustando muy bien las dosis y vigilando el tiempo de mantenimiento. Algunos ejemplos de estos medicamentos son la hidrocortisona, prednisona, prednisolona y, en casos de rechazo agudo, la metilprednisolona, que suele usarse a dosis altas y por vía intravenosa.
Inhibidores de la calcineurina. O dicho de otra forma que seguro que te suena mucho más familiar: ciclosporina y tacrolimus. Ambos derivan de un hongo y su función es evitar que aumenten y se desarrollen los linfocitos T que actúan contra las células del órgano trasplantado. Se administran por vía oral o intravenosa, y ambos pueden afectar al riñón, elevar la tensión arterial y las transaminasas. Por su parte, el tacrolimus se relaciona con algunos síntomas neurológicos como temblores, hormigueos o dolor de cabeza, mientras que la ciclosporina guarda relación con la hipercolesterolemia y el aumento de vello.
Inhibidores de la Mtor. Más conocidos como sirolimus y everolimus, estos fármacos interaccionan con una proteína que regula el ciclo celular evitando que aumenten los linfocitos T y la producción de anticuerpos. Aunque tienen la ventaja de que solo deben tomarse una vez al día, presentan efectos secundarios como la hipercolesterolemia y la disminución del funcionamiento de la médula ósea. Otros efectos menos frecuentes son diarrea, toxicidad hepática y del oído, alteraciones pancreáticas y reacciones psicóticas. Lo más importante es que parece que guardan menos relación con la aparición de tumores, algo que ha hecho que estén sustituyendo en muchos casos a la ciclosporina y tacrolimus.
Azatioprina. Evita que aumenten los linfocitos T y B. Se procesa por el hígado y se elimina por el riñón. Sus principales efectos secundarios se relacionan con la leucopenia (disminución del número de leucocitos), la hepatitis y la urticaria.
Ácido micofenólico. Tiene pocos efectos secundarios y la mayoría son digestivos: náuseas, vómitos, gastritis, falta de apetito, diarrea…A veces sustituye a la azatioprina para proteger la médula ósea.
Metrotexato y ciclofosfamida. Actúan sobre las defensas de forma no selectiva. Se utilizan en casos de rechazo cuando no se toleran otros inmunosupresores.
- Anticuerpos. Se utilizan en la inducción durante el trasplante durante un tiempo limitado. 
Aparte de los efectos particulares de cada medicamento, existen otros comunes a todos los fármacos:
- Aumento de las infecciones. Para tratar de evitarlas, la persona trasplantada tiene un calendario vacunal muy detallado, además de unas recomendaciones de cuidado e higiene muy estrictas.
- Desarrollo de tumores. La mayor parte de ellos, benignos. En todo caso son muy importantes las revisiones periódicas y las medidas previsoras como protegerse del sol o evitar las sustancias cancerígenas.
¿Cómo se toman los inmunosupresores?
Como ya hemos indicado, dependiendo de cada medicamento, encontramos diferentes formas de tomarlos. Aunque se suele combinar la toma de varios inmunosupresores, generalmente ciclosporina, azatioprina y corticoides, esta pauta varía dependiendo de la persona. Es bueno que sepas además que…
- En muchos casos, se sustituye la ciclosporina por tacrolimus porque suele ser más fácil de controlar y tiene menos efectos secundarios.
- En ocasiones se sustituye la azatioprina por el ácido micofenólico para proteger la médula.
- El everolimus y el sirolimus pueden usarse para sustituir a los inhibidores de la calcineurina para evitar el desarrollo de tumores.
- Casi todos los inmunosupresores afectan o se ven afectados por la toma de otros fármacos, así que es importante consultar con el médico antes de empezar con otros medicamentos, productos homeopáticos o de herbolario.
Los inmunosupresores son fármacos que requieren un control por parte de la persona que los toma y un seguimiento por parte del médico. A pesar de todos sus efectos, son imprescindibles para la persona trasplantada y, en la mayoría de los casos, se acaban incorporando a la vida diaria como una rutina.
Autor: Leonor Roa, Médico de Familia

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